miércoles, 25 de abril de 2018

La guerra fría se recalienta

Los frentes se alinean

Mientras Irak se suma a la coalición antiterrorista liderada por Rusia, Macron trata de retener a EE.UU. en Siria. Sólo en Extremo Oriente parece asomar la paz
por Eduardo J. Vior
Infobaires24
25 de abril de 2018
Eduardo J. Vior
Al ejecutar al segundo jefe del Estado Islámico (EI) con un ataque aéreo realizado en territorio sirio con el acuerdo de Damasco, el gobierno iraquí de Haider al Abadi se alineó oficialmente con la alianza entre Rusia, Siria, Irán y Hizbulá que combate al terrorismo en Oriente Medio. Esta manifestación pública coincidió con la negativa egipcia a incorporarse a la fuerza panárabe organizada por Arabia Saudita, para continuar la intervención en Siria. En paralelo, este lunes llegó a Washington el presidente francés Emmanuel Macron con la declarada intención de convencer a Donald Trump, para que mantenga en el norte de Siria a los 2000 efectivos de las fuerzas especiales norteamericanas que sostienen la insurgencia kurda contra Damasco. Sólo en la península coreana se insinúa una distensión que puede devolver al mundo una esperanza de paz.

Una guerra fría que amenaza calentarse

“Está claro que la Guerra Fría ha vuelto”, declaró el lunes 23 el secretario general de la ONU, António Guterres, en una entrevista al canal de televisión sueco SVT. Sin embargo, subrayó las diferencias con el conflicto terminado en 1991.
“Ahora EE.UU. y Rusia ya no controlan todo el mundo, como ocurría antes, dijo. Muchos países tienen una postura muy activa en la región [de Oriente Medio]. No existen dos bloques uniformes controlados”, matizó el diplomático portugués. Al mismo tiempo, Guterres indicó que la situación actual es más peligrosa que en los tiempos de la URSS. “Durante la Guerra Fría existían instrumentos de diálogo, control y comunicación, para garantizar que cuando surgiera un riesgo de confrontación, la situación no escalara descontroladamente. Ahora ya no existen estos mecanismos. Es por eso que la situación es tan peligrosa“, advirtió.
Entre tanto, este 23 de abril, contestando a preguntas de periodistas durante su visita oficial a Beijing, el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, ha expresado su preocupación sobre las posibilidades de paz en Siria luego del reciente ataque perpetrado contra el país árabe por EE.UU., el Reino Unido y Francia. “Aunque hemos advertido a nuestros socios europeos y norteamericanos que tomaron parte en esta ‘aventura’, sin duda hay que prepararse, las provocaciones [en Siria] se repetirán”, afirmó.
Asimismo, Lavrov ha recordado que “recientemente el presidente de Francia instó a EE.UU. a que no retire sus tropas de Siria, incluso cuando el último terrorista sea eliminado. El líder francés afirmó que es indispensable permanecer allí casi de forma continua. Esto ya se parece a la actitud colonial”, declaró el jefe de la diplomacia rusa.
Entre tanto, mientras el Ejército Árabe Sirio (EAS) avanza contra el EI al sur de Damasco y los remanentes del Ejército del Islam evacúan la provincia de Homs hacia el norte del país, un intercambio de artillería en las cercanías de las alturas del Golán reavivó el riesgo de la confrontación directa entre Israel y Siria. Es que el endurecimiento de los frentes deja pocas alternativas a la negociación.

No será Macron quien recomponga la alianza atlántica

Este lunes el presidente francés Emmanuel Macron y su esposa llegaron a Washington para una visita oficial de tres días. Es la primera visita de Estado que reciben Donald y Melania Trump. No casualmente, el viernes llega también la canciller alemana Angela Merkel. Es que, en vísperas de la fecha en la que el mandatario estadounidense debe resolver si prorroga o abroga el acuerdo nuclear con Irán de 2015 las ruedas de la diplomacia internacional están girando a toda velocidad.
A lo largo del año pasado Macron se ha convertido en el principal interlocutor europeo del presidente norteamericano. Ambos son advenedizos llegados a la política desde el mundo empresario, lo que los une y los hace reconocerse mutuamente.
Sin embargo, en otro sentido son muy diferentes. Mientras que Trump es un nacionalista que apela demagógicamente a las masas blancas empobrecidas, Macron es un neoliberal globalista que aboga por una mayor integración política de Europa y defiende el acuerdo de Kyoto sobre el medio ambiente. No obstante, el francés ha adoptado en muchos puntos el programa nacionalista. Por ejemplo, ha encarado una durísima política contra los inmigrantes sin papeles. Mientras que en el exterior se lo ve como un Obama francés, en Francia se lo considera un liberal conservador que no admite controles sobre su poder.
A diferencia de Merkel, Trump estima a Macron con quien antes del bombardeo sobre Siria habló cada día. Pero, ¿tiene el francés una influencia real sobre el norteamericano? “A veces lo convenzo y a veces no”, dijo él en enero en una entrevista con la BBC.
El presidente francés tratará de convencer al estadounidense de dejar en el norte de Siria a los 2000 hombres de las fuerzas especiales que, junto con tropas británicas y francesas, conducen a las milicias –mayoritariamente kurdas- del llamado Frente Democrático Sirio que, supuestamente, combaten contra el Estado Islámico. Británicos, franceses y el Pentágono quieren prolongar la guerra en Siria, para empantanar a Rusia, impedir la reconstrucción del país árabe, ayudar a Israel y debilitar a Irán. Para alcanzar este último objetivo, empero, el galo considera necesario mantener el acuerdo nuclear de 2015, porque considera que a Teherán es más fácil ablandarlo dialogando que aislándolo. Al mismo tiempo, quiere también evitar una guerra comercial con EE.UU.
Hasta el 12 de mayo Trump debe decidir qué hacer con el acuerdo nuclear. Si abandona el acuerdo (su promesa de campaña), Irán expulsará a los inspectores internacionales y retomará el enriquecimiento de uranio con los riesgos consecuentes. Los europeos quieren evitarlo por los riesgos implícitos para la paz mundial y, porque quieren aprovechar el paulatino deshielo con el país persa, para acceder a su petróleo y su mercado. Es una incógnita saber qué decidirá Trump, pero probablemente prorrogue el acuerdo, pero poniendo condiciones duras para mantener viva la tensión mundial. De ese modo no queda mal ni con tirios ni con troyanos y no satisface a nadie, pero se asegura posiciones para futuras negociaciones.

La paz y la unidad nacional van de la mano

Cuando el próximo viernes el presidente de Corea del Norte, Kim Jong-un, cruce hacia el sur de la zona desmilitarizada entre ambas Coreas, para encontrar a su par del Sur, Moon Jae-in, será la primera vez que un mandatario del Norte visita el Sur y se habrá dado un paso gigantesco hacia la anunciada reunión cumbre de Kim con Trump.
El gran artífice del acercamiento es el presidente Moon, discípulo del ex presidente y Premio Nobel de la Paz Kim Dae-jung, quien hace ya veinte años lo exhortó a seguir luchando por la paz con Corea del Norte. Doce meses después de asumir como presidente, Moon está a punto de lograr que el presidente estadounidense Donald Trump y el líder norcoreano Kim Jong-un se reúnan. Es un encuentro tan cargado de consecuencias que amenaza con eclipsar el propio encuentro histórico de Moon con Kim.
En los últimos días Kim anunció que extendería el congelamiento a las pruebas de armas y desmantelaría una instalación nuclear clave antes de reunirse con Moon. Mientras tanto, éste dijo también que los norcoreanos han abandonado su demanda de retiro de las fuerzas estadounidenses del Sur. “El objetivo final es la prosperidad mutua de Corea del Sur y Corea del Norte”, puntualizó Moon el jueves en Seúl.
Sin embargo, Trump puso el domingo paños fríos al entusiasmo, al aclarar en un tuit que él todavía tiene esperanzas de llegar a una cumbre con Kim, pero que falta aún aclarar muchos puntos. El probable encuentro tendría lugar hacia fines de mayo o bien en junio. Aunque el norteamericano ha elogiado algunos de los más recientes movimientos del norcoreano, el planeado encuentro todavía no tiene fecha cierta ni lugar ni agenda. Para apresurar las negociaciones viajó hace pocas semanas a Pyongyang el todavía jefe de la CIA y designado secretario de Estado Mike Pompeo.
Claro que no hay alternativa pacífica a la realización de la cumbre, pero –como es conocido- el diablo se esconde en los detalles y una mínima diferencia sobre la agenda puede hacer retrasar el acuerdo por meses o años que resultarían fatales.

El endurecimiento de los frentes enfrentados confirma que estamos en una guerra fría que se puede calentar en cualquier momento y lugar. Por ello es tan valioso el acercamiento intercoreano. Roguemos que nada ni nadie lo quiebre.

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Eduardo J. Vior