miércoles, 7 de septiembre de 2016

La política económica argentina va contra el mundo

Macri vs el G20

Lo que dejó la cumbre en China: ¿va la política económica argentina a contramano de la corriente mundial?
Presidencia

Después de la reunión cumbre de los veinte países más desarrollados del mundo en Hangzhu, en el este de China, los observadores están divididos sobre su utilidad. Existe coincidencia en que no aportó un mejoramiento inmediato de la economía global, pero, bajo la conducción china, impuso una coordinación mundial de las políticas macroeconómicas, fiscales, financieras y monetarias. Esta cumbre devolvió a la política el gobierno de la economía global.

Como si viviera en otro mundo, en cambio, la prensa porteña pierde el tiempo informando sobre el buen recibimiento que el Presidente chino Xi Jinping dio a Mauricio Macri y los elogios de su par norteamericano, Barack Obama.

La 11a. conferencia cumbre del Grupo de los 20 sesionó el 4 y 5 de septiembre pasados en la ciudad de Hangzhu (en el delta del Yang Zejiang, cerca de Shanghai). Fue la primera cumbre del grupo realizada en China e, intencionalmente, en este emporio tecnológico de nueve millones de habitantes.
Ya el pasado 26 de mayo, el Ministro de Relaciones Exteriores Wang Yi anunció que la cumbre se centraría en la elaboración de un plan de acción para que la economía mundial retome el crecimiento innovador, en la adopción de una estrategia común para implementar la Agenda 2030 de la ONU para el desarrollo sostenible, la introducción de reformas estructurales en la economía global, el renovado crecimiento del comercio mundial, el establecimiento de un régimen común para los más de 3000 acuerdos bilaterales de inversión, la reforma de las instituciones financieras internacionales, el combate contra la corrupción y los paraísos fiscales, el relanzamiento de la industrialización de África, la innovación en las empresas y, finalmente, la puesta en práctica el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático.

Como era de esperar, el comunicado final de diez puntos se quedó muy por debajo de estas expectativas. Se alcanzaron acuerdos en torno a la lucha contra la evasión impositiva, la promoción del comercio internacional y las inversiones, la implementación de medidas de estímulo fiscal y de innovación para impulsar el crecimiento económico, el rechazo de los “ataques populistas” contra la globalización y la protección a los refugiados.

En su discurso de cierre, el pasado lunes 5, el Presidente chino Xi Jinping reiteró las cinco propuestas que había hecho en la inauguración, especialmente las de coordinar mejor las políticas macroeconómicas y mejorar la gobernanza económica global. También su colega ruso, Vladimir Putin, puso el acento en la coordinación de las inversiones, al evaluar la cumbre ante periodistas rusos. “Por primera vez -dijo-, comenzamos a negociar el establecimiento de reglas comunes para las inversiones internacionales”. Y sobre el valor de las decisiones adoptadas, apuntó que “los documentos acordados sientan una tendencia y, si alguien se mueve en una dirección contraria al deseo de la comunidad mundial, quedará fuera del juego”.

Por su parte, Obama y Xi anunciaron juntos el sábado 3 la ratificación del Acuerdo de París sobre Cambio Climático. De hecho, China lo hizo ese mismo día. Se trata de un campo innovativo en el que las principales potencias y corporaciones piensan realizar gigantescas inversiones. En cambio, Rusia y EE.UU. no se pusieron de acuerdo sobre el cese del fuego en Siria. Putin y Obama discutieron durante noventa minutos y tampoco coincidieron sobre Ucrania ni sobre la responsabilidad por los ataques cibernéticos a la Convención Nacional Demócrata en julio pasado.

Sin embargo, casi todos los líderes estuvieron de acuerdo en condenar las campañas “populistas” contra la globalización. Por tal se refieren hoy a los líderes derechistas como Donald Trump o Marine Le Pen, que agitan sentimientos xenófobos, o al brexit. En este contexto Obama avisó a la Primera Ministra británica Theresa May que su país no tiene urgencia en firmar un acuerdo bilateral de comercio con Gran Bretaña, mientras que la delegación nipona entregó a la londinense un memorando en el que advierte que las compañías japonesas podrían abandonar la isla de concretarse su salida de la UE.
 
Los documentos de este tipo de cumbres son muy generales, pero algunos compromisos son indiscutibles. Así, el punto 7 del comunicado final establece que “la política monetaria seguirá dirigida a sostener la actividad económica y asegurar la estabilidad de los precios, pero la política monetaria por sí sola no conduce a un crecimiento balanceado. (…) enfatizamos que las estrategias fiscales son igualmente importantes, para alcanzar nuestros objetivos de crecimiento. Estamos (…) asegurando que la deuda pública se mantenga en un nivel sostenible en su relación con el PBI”.

En este contexto no se justifica el autoelogio de la delegación argentina. Mauricio Macri no alcanzó ningún nuevo acuerdo y sólo pudo reparar en algo la porcelana que rompió en las relaciones con Rusia y China al inicio de su mandato. El encuentro con Putin sólo dejó promesas, a diferencia de China con la que se consolidaron los 25.000 millones de dólares en inversiones que ese país está realizando en Argentina y se firmó una addenda al acuerdo sobre la instalación de la estación de observación espacial china en Neuquén, asegurando su uso civil, que China nunca cuestionó.

El comunicado final confirma que los principales líderes del mundo coinciden en la necesidad de impulsar el crecimiento innovativo. China aprovechó la conferencia para avanzar un paso más hacia el liderazgo de la economía mundial. Incluso promocionó el proyecto “Un cinto, un camino”, que unirá a Asia con un cinturón de carreteras, ferrovías, poliductos y líneas de alta tensión. Asimismo focalizó el encuentro en la combinación de crecimiento e inclusión. Al ratificar el Acuerdo de París e insistir en la prioridad del Plan 2030 de la ONU para el Desarrollo Sostenible, finalmente, Beijing puso muy alta la marca que debe alcanzar Alemania, próxima presidenta del G20.

Sin embargo, en la reunión entre los 20 líderes se alcanzaron pocos acuerdos concretos y la mayoría de los conflictos regionales quedaron sin resolver. Si se la mira desde la coyuntura, la reunión de Hangzhu no sirvió para nada. En cambio, señaló un giro estratégico del que nadie sensatamente se puede apartar.

Por el contrario, el gobierno de Mauricio Macri hace de la estabilidad monetaria un fetiche, aplica una política fiscal recesiva e implementa una política cambiaria que sólo atiende a la especulación financiera. Si contraría de tal modo la corriente mundial, ¿qué está festejando?

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Eduardo J. Vior