jueves, 7 de enero de 2016

Saudiarabia reprime a los chiítas para ocultar su crisis

SALMÁN PATEÓ EL TABLERO

Eduardo J. Vior 06 de Enero de 2016 | 12:00 
No es casual que el rey Salmán bin Abdulaziz haya autorizado justo ahora el asesinato del ayatolá chiíta Nimr Bakir al-Nimr por el delito de reclamar libertad de culto. Es que el 25 de enero debe reunirse en Ginebra la Conferencia de Paz sobre Siria y los jeques del Golfo rechazan un acuerdo de paz con el presidente Bashar al Assad. Tampoco están dispuestos a hallar una solución política a la guerra que llevan en Yemen y quieren bloquear la vuelta de Irán a los mercados petroleros. Por estas tres razones agudizan la tensión en Levante.
Desde que el líder espiritual de los más pobres y marginados de la península fue ejecutado el pasado sábado 2, los medios occidentales parlotean sobre la “lucha sectaria” entre sunitas y chiítas, pero el conflicto actual no es confesional. El propio religioso inmolado lo corrigió en 2008, cuando en reuniones con representantes norteamericanos (según Wikileaks) aclaró que Arabia Saudita e Irán chocan por intereses nacionales y que él no se identificaba con ninguna de las partes.
Por su propia teología política el chiísmo no es propenso al extremismo y el terrorismo. Se trata de una creencia tradicionalista cuyo clero está organizado verticalmente y no se inmiscuye en la conducción cotidiana (civil) del Estado. Por esto, aunque teocrática, la República Islámica de Irán es mucho más tolerante que todos los estados vecinos y, excepto operaciones normales de inteligencia, no se le han podido probar nunca acciones terroristas en el exterior. Por el contrario, al carecer de cabeza religiosa, el fundamentalismo de tipo saudita es propenso al extremismo. Además, como Occidente ha instrumentado al Islam durante años, hay miles de mercenarios que sólo saben hacer la guerra por dinero y siempre hallan clérigos dispuestos a darles texto.
No por casualidad, el mismo día de la ejecución del mártir chiíta Arabia Saudita se retiró de las conversaciones para prolongar el cese del fuego en la guerra que en Yemen lleva la coalición internacional liderada por Riad contra el Comité Revolucionario.
Con la crisis abierta el sábado los países del Golfo están agudizando la tensión regional, en tanto la inestabilidad está empujando hacia arriba el precio del petróleo. En 2015 Riad tuvo un déficit público récord de 98.000 millones de dólares, o sea un 15% del PBI.Está claro, por lo tanto, que necesita salir de la trampa en la que se metió al bajar artificialmente los precios de los hidrocarburos y que le conviene desatar una crisis internacional.
SamerAbbud, de la Universidad de Arcadia, Siria, sostuvo ante Al Jazeera que “a pesar de las tensiones actuales, seguramente Arabia Saudita e Irán van a concurrir el día 25 a Ginebra, pero sin interés real en hacer concesiones en Siria. La grieta actual les resulta funcional para deslegitimar tratativas futuras y si no se supera, será imposible tener negociaciones serias”.
Estados Unidos es la potencia más perjudicada por esta agudización de la tensión en Levante. Desde que firmó al acuerdo nuclear con Irán y perdió la esperanza de derrocar a Assad y dividir Siria, busca equilibrar la presión saudita con los futuros negocios con Teherán. Manteniendo la actual situación regional de semiguerra, en cambio,  los monarcas del Golfo los obligan a apoyarlos. Sólo la presión concertada de las grandes potencias puede, por consiguiente, forzarlos a abandonar sus aventuras bélicas y a dar un poco de paz a Levante y al mundo. «

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