martes, 19 de enero de 2016

Ingresar al TPP es entregar la soberanía y robar al pueblo

Lun, ene 18 2016

Argentina puede ahogarse en el Pacífico

por Eduardo J. Vior
Mauricio Macri no esconde su intención de sumar el país a la Asociación Transpacífica y se espera que lo analice en Davos en una reunión con el vicepresidente Joe Biden.
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El pasado sábado 16 la agencia EFE difundió un informe titulado “América Latina, un nuevo modelo exportador”, en el que se propone la incorporación a los acuerdos de libre comercio, principalmente a la Asociación Transpacífica (TPP, por su sigla en inglés), como medio para sacar al subcontinente de su crisis actual. Como esta idea ha adquirido el valor de axioma, conviene esclarecer públicamente sus implicaciones.
El TPP es un acuerdo económico y comercial abarcador y complejo firmado el pasado 5 de octubre entre Estados Unidos, Canadá, México, Perú, Chile, Japón, Vietnam, Malasia, Singapur, Brunei, Australia y Nueva Zelanda después de siete años de negociaciones secretas. El tratado baja las barreras comerciales entre los países miembros, homogeneiza las normas laborales, sociales, medioambientales, sobre propiedad intelectual y transparencia gubernamental y sienta criterios de “buena práctica”. Una de sus particularidades reside en que establece tribunales arbitrales privados para resolver controversias entre estados y empresas.
El TPP se dirige evidentemente a aislar a China del área Asia-Pacífico y “perforar” los acuerdos de cooperación regional que no incluyen a EE.UU. (Asean y Mercosur). En EE.UU. se espera que traiga importantes ventajas para agricultores, empresas tecnológicas, farmacéuticas, aseguradoras y grandes manufactureras, pero también algunas grandes corporaciones de otros países sacarán ventajas.
A partir de que en 2012 Wikileaks posteó el borrador secreto del capítulo sobre propiedad intelectual, sanitaristas, sindicalistas, ambientalistas, activistas por la libertad en Internet y grupos por los derechos humanos de distintos países cuestionaron severamente el secreto de las tratativas y la violación de derechos elementales por el acuerdo.
Mauricio Macri no esconde su intención de sumar el país a esa asociación. Para ello, como primer paso, en el Foro Económico de Davos (20-23 de enero) se reunirá con el vicepresidente norteamericano Joe Biden, y concertará la conversación que mantendrá con el presidente Barack Obama en Washington a fin de marzo. En la misma se definiría la modalidad de la incorporación argentina al Acuerdo Transpacífico, lo que se formalizaría en noviembre, cuando el estadounidense visite Buenos Aires tras la reunión del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico en Lima.
Washington sabe que no será sencillo sumar a Argentina al tratado, porque el Mercosur debe prestar su conformidad, pero confía en que el nuevo eje Buenos Aires-Asunción-Montevideo se imponga sobre la resistencia brasileña, boliviana y venezolana.
Que la libertad de comercio sea beneficiosa para un país depende de su competitividad y ésta, a su vez, de los costos de producción y/o del valor agregado a los bienes y servicios que se transen, de la distancia hasta los mercados consumidores y de su disponibilidad de capital para invertir. Como ningún país latinoamericano puede bajar los costos del trabajo al nivel asiático, sólo nos queda aumentar el valor agregado, para lo que necesitamos trabajadores sanos, bien educados, con buenas condiciones de vivienda, transporte y servicios, así como buen transporte y comunicación.
También deben darse condiciones políticas, institucionales, jurídicas y culturales favorables. De lo contrario, un acuerdo de libre comercio liquidaría la industria nacional, empobrecería a regiones enteras y dejaría a millones de trabajadores en la calle. Es de esperar, por consiguiente, que el gobierno nacional sea prudente al tomar sus decisiones.

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Eduardo J. Vior