domingo, 6 de julio de 2014

Demasiados se aprovechan de la guerra civil en Irak

Jugando al Antón Pirulero en Medio Oriente

Año 7. Edición número 320. Domingo 6 de Julio de 2014
En la otrora Media Luna de las Tierras Fértiles, todos los actores maximizan sus apuestas atizando una fragmentación que anuncia un rosario de guerras por el petróleo y el agua.

Exactamente un siglo después de la Primera Guerra Mundial se renueva la fragmentación y el saqueo del Medio Oriente. Desde principios del siglo XVI bajo los imperios persa y otomano convivían los pueblos y las confesiones, pero la Primera Guerra Mundial condujo en 1915 al genocidio turco contra el pueblo armenio y al acuerdo secreto anglo-francés Sykes-Picot que fracturó ese riquísimo espacio sociocultural. Se trataba entonces y ahora de evitar la unidad nacional árabe y de organizar “el Gran Despojo” continuado a partir de 1956 por los Estados Unidos e Israel. En 2003 la ilegal invasión de Irak por los primeros demostró que cualquiera puede ser invadido y derrocado sin argumentos válidos. Los mesiánicos fundadores del Estado Islámico sólo aplican la regla aprendida.
El primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, decretó el pasado miércoles 2 una amnistía para las tribus y personas alzadas, para quitar apoyo a los islamistas radicales. Es la primera vez que Maliki hace concesiones a la insurgencia sunita en coincidencia con el renovado fracaso de las negociaciones para formar gobierno después de las elecciones que en marzo pasado ganó el primer ministro. Los representantes sunitas y kurdos se retiraron el martes 1 del parlamento sin acuerdo sobre la composición del futuro gobierno. Al mismo tiempo, las fuerzas de seguridad chocaban en el santuario chiíta de Kerbala, al sur de la capital, con los milicianos del ayatolá Mahmud al Hosni al Serji, acusado de querer copar la mezquita con los restos del Imán Hussein, muerto en 680 e inspirador del chiísmo. El gran ayatolá Alí al Sistani, jefe máximo de la confesión, había llamado el viernes anterior en el mismo lugar a sustituir a Al Maliki por un gobierno que resista la insurgencia sunita. En los combates del miércoles murieron 45 personas.
La división del campo gubernamental propicia el avance de los yihadistas que el domingo pasado proclamaron el Califato y eligieron a su líder, Abu Bakr al Bagdadi, como Emir de los Creyentes. Al hacerlo, suprimieron las fronteras nacionales y ahora sólo se denominan Estado Islámico (EI). Con la proclamación al Bagdadi se independiza definitivamente de Al Qaeda y puede ahora asegurar su supremacía sobre los sunitas en toda la región. El título de Califa, suprimido tras el fin del Imperio Otomano en 1924, supone que sus palabras son indiscutibles para el Islam sunita en el mundo.
Mientras tanto, los combates se intensifican y los frentes se consolidan. Después de la conquista de dos puestos en la frontera con Siria, EI avanza ahora sobre la represa de Hadida, a orillas del Éufrates, para conquistar toda la occidental provincia de Anbar. Si lo logra, controlará el abastecimiento de agua y energía de la capital. Los yihadistas avanzan hacia el cinturón sur de Bagdad donde el gobierno concentra las milicias chiítas, pero el gobierno igual custodia la capital.
Aunque los combates aún no llegaron a la represa de Hadida, la de Mosul –la mayor del país– sobre el Tigris está en plena zona de ocupación rebelde. Si pasa algo al dique, la inundación llegaría hasta la capital, en tanto se sigue combatiendo en la refinería de Baiji, reduciendo el refinamiento de petróleo para el consumo interno y la exportación.
Cada día pesa más la indefinición de Estados Unidos. Aunque sigue mandando tropas especiales a Bagdad, el vocero del Pentágono, Contralmirante John Kirby, informó el miércoles que su gobierno quiere determinar “flexiblemente” cuántas tropas enviar a Irak, una imprecisión que puede involucrar a Washington indeseadamente.
No obstante que en Irak ya vuelan drones y helicópteros norteamericanos, el gobierno iraquí quiere aviones de combate que finalmente está recibiendo de Moscú vía Teherán. Siete cazas Su-25 de la Guardia Revolucionaria Iraní operan ya en el país.
Mientras los insurgentes sunitas borran las fronteras entre Siria e Irak, los kurdos levantan las propias. Los peshmergas ocuparon hace dos semanas Kirkuk –uno de los principales nudos de transporte de hidrocarburos del país-, para defenderla del avance islamista y se atrincheraron a lo largo de 1.000 km hasta la frontera siria, expandiendo su dominio. Si bien Mustafá Barzani, presidente del gobierno regional, se mantiene reservado, su aliado israelí Benjamin “Bibi” Netanyahu, lo alentó la semana anterior a proclamar la independencia total. Aunque Tel Aviv luego se retrajo de su recomendación, espera que un Kurdistán independiente que controle el petróleo de Kirkuk, constituya un rico Estado-tapón que debilite a Irak y Siria y contrapese la influencia iraní y saudita en la región.
La renovada guerra civil en Irak permite a Irán reposicionarse como potencia regional. Sólo la República Islámica parece poder salvar al gobierno de Bagdad y proteger a la mayoría chiíta de la población. Pero esta intervención no puede ser sectaria, afirma el presidente iraní Hasán Rohaní, para no alienar definitivamente a kurdos y sunitas, y debe ser discreta, para no incomodar a Arabia Saudita y los jeques del Golfo. El elegido para realizar esta tarea es el General Mayor Kasem Suleimani, 57 años, comandante de la fuerza Quds, la unidad de la Guardia Revolucionaria a cargo de las operaciones extraterritoriales. Depende del Supremo Líder Alí Jamenei y tiene unos 15.000 hombres.
El reservado comandante organizó el triunfo electoral de al Maliki en 2010 y el sucesivo acercamiento de Irak a Irán, coordinó el auxilio de Hezbolá al presidente al Assad y dirige ahora la discreta intervención de los pasdarán en la guerra civil iraquí. Ellos fueron quienes frenaron a los islamistas sobre el curso del Tigris al principio de la guerra. Suleimani ya organizó a los chiítas iraquíes en 2003. Luego dirigió la represión del tráfico de drogas en la frontera afgana. Comanda la fuerza Quds desde 1998 y en 2005 Jamenei lo proclamó “mártir viviente”. Ahora le toca lograr que el gobierno de Bagdad reunifique el país.
Entre tanto recrudece la violencia entre israelíes y palestinos. Debilitada por la ruptura de la alianza con Hezbolá a raíz de la guerra civil en Siria y por la represión contra los Hermanos Musulmanes en Egipto, Hamás acordar con al Fatah formar en Palestina un gobierno “técnico”.
Para eso también impulsa la independencia kurda.
Barack Obama no puede mandar nuevamente tropas a combatir a la Mesopotamia, pero si no lo hace, debe acordar con Irán. Arabia Saudita y los monarcas del Golfo están estupefactos ante el monstruo que crearon. “Bibi” Netanyahu desata una guerra propia, para obligar a Washington a retornar a la escena. M. Barzani ocupó Kirkuk y se apropió de su petróleo, prefigurando quizás la declaración de su independencia. El primer ministro turco, Reyep T. Erdogan, por su parte, se presenta como un islamista conservador moderado y tolerante hacia los kurdos para ganar las próximas elecciones presidenciales.
En Irak “cada uno atiende su juego” y casi nadie está en condiciones de ponerle reglas. Si el presidente norteamericano no toma decisiones y los frentes de combate en Irak se estabilizan, es probable que al Baghdadi extienda la guerra a Jordania. Todo seguiría como ahora… pero peor.

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Eduardo J. Vior