lunes, 15 de abril de 2013

Las medidas francesas intensifican la discusión europea

Hollande contra la evasión

Año 6. Edición número 256. Domingo 14 de abril de 2013
Acoso mediático. Hollande abrumado por el caso de un ex ministro de hacienda.

Las medidas apuntan a liberar a la izquierda francesa del acoso mediático y político por casos de corrupción.

Las medidas contra la evasión impositiva de los funcionarios públicos y la corrupción propuestas por el presidente francés François Hollande, el pasado miércoles 10, apuntan a liberar a la izquierda francesa del acoso mediático por acusaciones de corrupción, pero colateralmente pueden poner el control de la evasión fiscal en la agenda europea.
Al finalizar la reunión del Consejo de Ministros de esta semana, el primer ministro Jean-Marc Ayrault presentó dos orientaciones del presidente para asegurar la transparencia de la vida pública, fortalecer la lucha contra la delincuencia económica y erradicar los paraísos fiscales: 1) refuerzo de la obligación de transparencia de los funcionarios bajo el control de una autoridad independiente a crearse. Este organismo recibirá las declaraciones patrimoniales y de rentas de los mandatarios electos y altos funcionarios de los poderes Ejecutivo y Legislativo, responsables de las administraciones autárquicas y empresas del Estado, etc. Las sanciones penales para castigar las infracciones se endurecen sensiblemente. 2) Refuerzo de los medios para luchar contra la gran delincuencia económica y la evasión impositiva hacia paraísos fiscales. Los bancos franceses tendrán que informar anualmente la lista de todas sus sucursales en el mundo e indicar la naturaleza de sus actividades. También la lista de los paraísos fiscales en el mundo será revisada anualmente, para evaluar la efectividad de las medidas adoptadas.
En sus relaciones con otros países europeos, el gobierno desea que el intercambio de informaciones financieras se haga automático, para acabar con el secreto bancario. Francia propondrá que la Unión Europea (UE) adopte medidas comunes del mismo tipo en relación con terceros países.
Según Alain Vidalies, ministro encargado de las relaciones con el Parlamento, esta serie de medidas va a permitir luchar más eficazmente contra el fraude fiscal. La derecha ve las medidas muy diferentemente. Para el secretario general adjunto de la Unión por la Mayoría Popular (UMP, el partido de N. Sarkozy), Geoffroy Didier, “en pánico, François Hollande sigue sacando herramientas de su caja. ¿Para qué va a servir crear una nueva entidad administrativa o una alta autoridad? ¿Creen que eso va a desalentar a alguien que quiera evadir? No. La única solución valiente es aplicar sanciones pesadas a quien transgreda las leyes contra la evasión”, concluyó.
Con las medidas anunciadas el miércoles, François Hollande espera revertir la baja en los sondeos de opinión y los masivos ataques que le propinan los principales semanarios franceses de derecha e izquierda desde el estallido del escándalo por los delitos económicos de su ex secretario de Estado de Presupuesto, Jérôme Cahuzac. Después de una carrera política que comenzó tardíamente en los años 90, y de haber estado a cargo del presupuesto nacional durante un año, este cirujano devenido político renunció el pasado 19 de marzo, cuando la fiscalía comenzó a indagarlo por haber tenido hasta 2009 cuentas no declaradas en el banco suizo UBS y en la financiera de Ginebra Reyl & Cie, así como desde 2010 en Singapur. Aunque al principio negó las acusaciones, el pasado 2 de abril confesó en su blog y pidió disculpas al gobierno, al Partido Socialista y a sus electores.
Los principales semanarios (L’Express, Le Canard Enchainé, Le Point), así como el conservador Le Figaro, que en Francia son grandes formadores de opinión, se solazaron en la debilidad e indecisión que ven en el presidente. En cambio, Jean-A. Miller, en su columna en la versión electrónica de Le Point del 11 de abril, lo ve positivamente: “Hollande se ha recuperado”, escribió. “Consiguió ‘convertir un escándalo que pone en aprietos a la izquierda en un tema que divide a la derecha’”, citó a Guillaume Tabard en Le Figaro del 10 de abril. “La derecha –continuó– censuraba la inmoralidad de la izquierda, y el presidente le devolvió el bumerán generalizando la legislación para el control de la transparencia patrimonial, exigiendo declaraciones fidedignas, estableciendo controles e imponiendo castigos a los transgresores”.
“El presidente no es de los que fuerzan los acontecimientos”, siguió el analista. “Especula con los errores del adversario. Deja que lo critiquen por débil. ¿Quieren que mencione a Cahuzac? Lo hace. Tampoco objeta la investigación de la fiscalía contra el ex ministro. No objeta ni frena nada ni a nadie. Permite que la situación se deteriore y que sus adversarios de derecha e izquierda se envalentonen y salgan al descubierto. Ese es el momento en que el presidente se presenta como ‘perseguido’ y devuelve el golpe. El método Hollande –finaliza– es oriental: espera hasta poder aprovechar la fuerza del enemigo y volcarla en su contra”.
No se sabe si también era intención del presidente con esta última maniobra mover el tablero europeo, pero lo logró. La lucha contra la evasión impositiva será tema de la agenda de la próxima reunión del Consejo Europeo el 22 de mayo, según anunció el viernes pasado el presidente de la Comisión Europea, Herman van Rompuy. Con este temario, el político holandés dice querer “aprovechar el actual impulso político” especialmente para reducir el secreto bancario, como afirmó en Twitter.
Hollande encabeza la contraofensiva, desorienta y divide a la derecha, sobre todo a la mediática, recuperando la iniciativa en la escena francesa. Pero tampoco la derecha europea puede hacerse la boba ante el reclamo generalizado de control de los flujos especulativos internacionales y la evasión fiscal de los poderosos. No es de esperar que en su composición política actual el Consejo Europeo encare el problema desde una perspectiva democrática, pero ya no lo podrá sacar de la agenda continental. De carambola, para salvarse, el presidente francés puso en marcha una discusión imprescindible para el salvataje de las democracias europeas. Es evidentemente un “efecto colateral” muy positivo.

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Eduardo J. Vior